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"Jóvenes: Aprended a juzgar por vosotros mismos, aspirad a la independencia del pensamiento."
Andrés Bello

miércoles, 14 de mayo de 2008

Guía los Procesos Cognitivos: La Memoria. 3º Medio

Guía de Filosofía. Tercero Medio

Objetivos.
- Comprender un texto escrito.
- Definir conceptos psicológicos.
- Activar memoria a largo plazo.
- Reflexionar libremente sobre los conceptos de “olvido-recuerdo”.

Instrucciones.
a) Lea con atención el texto.
b) Defina el concepto de memoria.
c) Nombre y explique las cuatro funciones básicas de la memoria.
d) Inspirado en el texto de Proust, evoque un recuerdo de la infancia y nárrelo detalladamente.
e) Desde una perspectiva personal, ¿Por qué olvidamos?
f) ¿Cuál es el papel de los recuerdos en la vida humana?.

La Memoria

Si no tuviésemos memoria, a pesar de los órganos de los sentidos no seríamos conscientes de lo que habíamos visto, oído o percibido, porque los estímulos pasan a través de nosotros sin dejar huellas. Debido a la función de recepción y retención en el cerebro que llamamos memoria, conocemos ciertos estímulos que percibimos. No todo lo retenemos; cuando vamos por una calle vemos miles de caras, oímos innumerables ruidos, percibimos gran número de estímulos. Los más pasan sin dejarnos huella, pero retenemos la imagen general de la calle, quizá el cuadro más interesante de una exposición o el contenido de una conversación, esto es, aquello que ha llamado nuestra atención.
Una de las funciones básicas de la memoria, la de adquisición o retención, está relacionada con la atención. El material adquirido es retenido; el tesoro de la memoria preserva para su utilización posterior los conocimientos que va adquiriendo. La retención del material (retentiva) es la base de la tercera función de la memoria, el reconocimiento. Solo podemos reconocer un nuevo estímulo si lo hemos ya experimentado con anterioridad y si entonces fue fijado en nuestra mente (fijación) de tal modo que al compararlo con el nuevo nos lleve a reconocer su igualdad o semejanza. Pero la memoria no consiste solamente en un aparato que responde mecánicamente a los estímulos exteriores. Podemos intencionalmente reproducir el material que hemos adquirido y retenido, es decir, poseemos la función de evocar el pasado. La evocación se produce mediante la función de la memoria que llamamos recuerdo o función de recordar.

Fuente. W. Wolf. Introducción a la Psicología. México, Fondo de cultura económica, 1970, pp.84-85

En general, cuando se habla de “memoria” se suele entender la memoria “verbal”. Pero ésta es una visión excesivamente estrecha. Por eso, el filósofo francés H. Bergson (1941) propuso una distinción que no ha sido recogida por los psicólogos: hay una memoria-recuerdo, que retiene los estados de conciencia (imágenes de todo tipo, pensamientos, estados afectivos), y una memoria-hábito, que retiene nuestras experiencias pasadas pero sin evocar su imagen. La memoria-hábito es, por tanto, más hábito y automatismo que memoria en sentido estricto:”Parece haber una memoria involuntaria de los miembros…-decía Marcel Proust-. Piernas y brazos están llenos de recuerdos adormecidos”. Sin embargo, en todo lo que sigue nos referiremos únicamente a lo que la psicología entiende por “memoria”; la memoria-recuerdo.
Precisamente es M. Proust quién nos ha dejado las mejores descripciones acerca de la memoria en “En busca del tiempo perdido”

“ Así ocurre con nuestro pasado. Es trabajo perdido el querer evocarlo, e inútiles todos los afanes de nuestra inteligencia. Ocultase fuera de sus dominios y de su alcance, en un objeto material (en la sensación que ese objeto material nos daría) que no sospechamos. Y del azar depende que nos encontremos con ese objeto antes que nos llegue la muerte, o que no lo encontremos nunca”
Y Proust cuenta cómo, en su infancia, tuvo esta experiencia al tomar el té con una magdalena:
“Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba”
Lo que revive es, pues, únicamente un sentimiento. Proust repite el sorbo de té y la sensación comienza a aminorarse:
“ Ya se ve claro que la verdad que yo busco no está en él, sino en mi. El brebaje la despertó, pero no sabe cuál es, y lo único que puede hacer es repetir indefinidamente, pero cada vez con menor intensidad, ese testimonio que no sé interpretar y que quiero volver a pedirle dentro de un instante y encontrar intacto a mi disposición para llegar a una aclaración decisiva. Dejo la taza y me vuelvo hacia mi alma. Ella es la que tiene que dar con la verdad. Pero ¿cómo? Grave incertidumbre ésta cuando el alma se siente superada por sí misma, cuando ella, la que busca, es justamente el país oscuro por donde ha de buscar, sin que le sirva para nada su bagaje. ¿Buscar? No sólo buscar; crear. Se encuentra ante una cosa que todavía no existe y a la que ella sola puede dar realidad y entrarla en el campo de la visión”
De pronto, el recuerdo surge, y con él muchos otros: todo un fragmento del pasado se reconstruye…” (M. Proust, En busca del tiempo perdido .Madrid, Alianza, 1979, vol.I, pp 60-64)

Este texto de Proust sugiere la idea de que hay en la memoria recuerdos imborrables, pero difícilmente recuperables. Las investigaciones que inició W. Penfield, un neurocirujano de la universidad de Montreal, en 1951, parecen confirmar esta idea: al excitarse eléctricamente algunas zonas del cerebro, brotan involuntariamente recuerdos puntuales y detallados que parecían absolutamente olvidados. Los recuerdos deben estar, pues, representados en el cerebro de alguna manera; pero la naturaleza de esa huella o “engrama” no es bien conocida todavía.
Los primeros estudios experimentales importantes se deben a H. Ebbinghaus (1885), quien estudió el modo como se retienen series de sílabas sin sentido. Influido por el asociacionismo, concluyó que el mecanismo de la memoria requiere una única actividad: repetición suficiente para que los datos a recordar se asocien entre sí, formando cadenas.
La psicología cognitiva actual considera que la repetición no lo explica todo. En realidad, el ser humano interpreta los datos en función de sus conocimientos previos, y así construye sus recuerdos. Nuestra memoria no es como una cámara fotográfica, sino como un pintor que crea un cuadro según su propia personalidad. Así, los recuerdos contienen más que los hechos vividos ( hay todo un trabajo de estructuración e interpretación), y también menos (hay una selección de hechos relevantes y una eliminación del resto).